Natural y genuino, Guzmán afirma que la inspiración para improvisar surge hasta en las cosas más pequeñas. Una oración escrita en un papel, un zapping por las estaciones de radio, o una frase que cuatro espectadores puedan armar, sirven como disparador para crear. “La imaginación es infinita, los actores somos los que tenemos límites cuando no logramos liberarnos de nuestros prejuicios y miedos. No hay que forzar situaciones, ni analizar demasiado, solo ser espontaneo y lanzarse”, revela Guzmán.
Osqui en acción, improvisación pura
Tampoco parece haber techo en su trabajo. Bajo la dirección de Néstor Montalbano volvió a la pantalla grande el año pasado. Compuso a un tímido y simpático coyita que tocaba el sicu, en la película Pájaros volando. Su personaje competía con el rockero frustrado que interpretaba Diego Capusotto para ganarse un lugar en el plato volador que los llevaría a recorrer el espacio. “Estoy feliz por la libertad con la que me permitieron trabajar. Es un personaje que también me puso en contacto con mis ancestros desde el humor y la comicidad”. Comenta Guzmán, que ya había incursionado en cine hace dos años en el film El torcan.
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redacción y selección de imágenes y vídeos: @NanaRamari