miércoles, 8 de junio de 2011

Reírse, la mejor cura












Los ingredientes para el medicamento mágico son: nariz roja, zapatos grandes y por sobre todo, muchas ganas de generar el bienestar en la gente. Bajo esa consigna un grupo de cuatro clowns ofrecen alegría, juegos, música y también prevención a las personas que esperan en las salas y los pasillos del hospital de niños Ricardo Gutiérrez.


La risa y la sonrisa son los mejores sanadores y rejuvenecedores del cuerpo, del alma y del espíritu. Por eso, los Animadores Hospitalarios garantizan los derechos a la salud, el buen trato, la educación y la recreación para diferentes niños, médicos, enfermeras, camilleros y todas las personas que conviven en el centro de salud.
El proyecto surgió cuando un grupo de coordinadores del curso de líderes recreativos comunitarios decidió invertir su tiempo en algo diferente, logrando un acercamiento con el hospital. Tomando como punto de partida la pedagogía y metodología de Patch Adams, el primer doctor payaso.
“Gracias a al ministerio de cultura, y al programa Kaleidoscopio, quién se encarga de ayudar y mantener proyectos, este sueño se mantiene. En los comienzos fue completamente voluntario, por lo que hubo momentos que no había dinero para comprar materiales de trabajo. Por eso decidimos comenzar a animar fiestas en pos de conseguir dinero para poder sustentarnos”, afirma Ezequiel Zena, uno de los clowns.


El proyecto cuenta con cuatro dispositivos:

1)Juego: Los juegos de mesa acompañan a las personas y establecen relaciones con gente desconocida.

2)Itinerante: A través de la música, los juegos y la metodología del clown genera un clima agradable en el hospital. “Generalmente, no se respiran aires de alegría y risas pero nosotros logramos algo increíble. Es muy distinto que te atienda un doctor contento y cantando, a que te
atienda uno apurado y tenso por los deberes del oficio. En otro caso, es diferente atender a un padre enojado por las horas de espera, a uno que entra al consultorio estallando de risa”, comenta Ezequiel.

3)Prevención: Se realiza un trabajo de difusión y enseñanza sobre las distintas maneras de prevenir enfermedades. “Es un trabajo en conjunto con los doctores, ya que ellos nos brindan la información necesaria para que luego nosotros le agreguemos lo lúdico y lo expongamos en la sala de espera todos juntos”, agrega Ezequiel.

4)Extra hospitalario: Establece relaciones fuera del hospital y plantea una duda o pregunta que surge de la gente. “Nosotros intentamos contestar esas preguntas”, finaliza.


“Un nene de cinco años estaba triste mirando al suelo. Nos acercamos y empezamos a hacer payasadas. La mamá nos hizo señas y nos dio a entender que estaba ciego. Por eso, lo tomamos de la mano y a través del tacto le mostramos nuestros materiales, le pasamos la mano por la guitarra, por los sombreros, por nuestras caras. Cuando llegó el momento de la nariz, nos gritó que éramos payasos y sonrío. Al tiempo, el nene recuperó la vista. La mamá se acercó y nos contó que desde que el chico se curó nos quería conocer. Ese día terminamos con una alegría indescriptible”, narra Marisa Sambugnach, clown del proyecto. Además, comenta: “Realizamos una campaña de vacunación contra la tristeza. Consiste en regalar un abrazo o entregar una nariz con el fin de robarle, al menos por segundos, la sonrisa a la gente”.


Según Marisa, la idea de la organización es ampliar este método curativo a las demás provincias de Argentina: “Estamos formando mucha gente de diversas ramas de la actuación y clown, para que se practique en Córdoba y Rosario, principalmente”.
“Nosotros somos eslabones de una cadena donde lo que interesa es el resultado total y no el individual. Nos propusimos integrar al personal y bajar las tensiones del hospital, y poder entender que todos jugamos un mismo juego, donde lo que importa es el bienestar de los demás”, concluye Ezequiel.

Que la risa funciona de manera efectiva a nivel preventivo y terapéutico no es ninguna novedad. Tampoco lo es la extensión de este antídoto por varios países del mundo. Entonces, no resulta utópico soñar con un futuro donde cada centro de salud tenga un grupo de payasos curando con la risa.

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